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Antes que nada quiero pedirles una disculpa a los lectores por mi distanciamiento de este espacio. Y es que la influenza no solo afecto el sector turístico de nuestro país, también mi estado anímico y aunque en varias ocasiones me sentí tentado a escribir, en todas ellas acababa borrando lo poco que había escrito. Seguramente la gente que va a terapia en algún momento habrá deseado hacer una pausa, ¿no? Bueno, acabemos con la disculpa y prosigamos, que tenemos mucha ropa que lavar.


En el tintero se habían quedado varios temas pendientes, entre ellos la vacación de Semana Santa, pues nos fuimos a la Riviera Oaxaqueña que me encanta, las playas de Mazunte, San Agustín, Puerto Ángel y la afamada (no se si para bien o para mal) Zipolite son un verdadero paraíso, y en toda la zona los precios son bastante amigables, tanto en hospedaje como alimentos, claro que no existen los grandes hoteles, ni los restaurantes de moda, el chiste de ir ahí es descansar, no pederear. Tal vez el único inconveniente es la distancia, ya que manejando de manera alegre, haces 11 horas, ahora gracias a eso hay pocos chilangos por aquellos lares (entonces la distancia se convierte en un pro) y para los lectores que sean poco tolerantes, les advertimos que no es raro ver gente desnuda, tanto hombres como mujeres y que de vez en vez huele a petate quemado. Algo que es sorprendente en el trayecto, es que se puede saber si te encuentras en Guerrero o en Oaxaca, ya que los caminos oaxaqueños se encuentran bastante limpios, mientras que las carreteras guerrerenses son un muladar.


Otro punto que no habíamos tocado, es de la influenza, primero llamada porcina, luego humana, en el extranjero conocida como Mexican Flu, en fin se llame como se llame el virus A/H1N1, que chinga nos vino a poner. Pocas veces en México hacemos lo correcto y ahora que fue así, y una bola de países hojaldras, nos aplicaron la ley del hielo, total que siempre salimos como el cultero. Y que pedo con la psicosis de la gente en la calle, esa semana casualmente tuve gripa, y me fui caminando hacia La Crónica, y en el trayecto exactamente en la esquina de Insurgente y Reforma (teniendo a la estatua de Cuauhtemoc como testigo), se me ocurrió estornudar… pa´ que les cuento, me sentí como leproso en la época de Cristo, la gente volteo a verme queriéndome asesinar y si hubieran tenido piedras a la mano, me aplican la misma que a Maria Magdalena. Bueno, finalmente con la influenza se aplica aquel famoso refrán de “tanto pedo, pa´cagar aguado” y que bueno que así fue.


Otro acontecimiento fue el cumpleaños de La Chamaca Antonia, que ya tiene 10 años (órale dos cifras). La verdad es que no esperábamos que quisiera fiesta infantil, pero pues que si quiso y el tema fue de “Los Piratas del Caribe”. La fiesta fue muy parecida a las de los años anteriores, la chamaca disfrazada de acuerdo al tema, La Peñis le preparó y decoró su pastel (estaba buenísimo), las hojaldras de mole (hechas por la Tata), la piñata comprada en la lateral del circuito interior, cabe señalar que en esta ocasión no hubo tanta concurrencia como en años anteriores, y no sabemos si echarle la culpa a la influenza o que precisamente como era el primer fin de semana post alerta, a la gente se la juntaron 20 compromisos, la verdad es que eso fue lo de menos y es que la combinación fue muy buena, pocos niños y muchos regalos. Así deben ser las fiestas

Todavía quedan ropa sucia, pero no me la quiera acabar, pos si no luego pos que lavo.

Besos y abrazos para todos mi lectores y entenderé que aquellos que se alejaron de este espacio, no es por falta de lealtad, si no por que no sobrevivieron a la pandemia